Odón Elorza

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Reflexión de fin de semana : ¿En qué estado puede encontrarse la política el 10N?

Llevamos meses desayunándonos con noticias inquietantes sobre la gobernabilidad y el bloqueo para formar gobierno, tanto desde las derechas como por las negociaciones que no avanzan entre las izquierdas.

Mientras, los problemas de la gente y de los territorios siguen, no contamos con un presupuesto social, las transiciones pendientes y los desafíos globales de España esperan respuestas que no llegan y las incertidumbres económicas se acrecientan. Ante ello, prolongar un gobierno en funciones durante diez meses, como consecuencia de la repetición de elecciones, sería un escenario indeseable y una responsabilidad compartida entre muchas fuerzas. 

Atención porque ese goteo continuo de desencuentros y esta paralización de las negociaciones provocan hartazgo, desesperanza y desconexión en una parte sensible de la ciudadanía. La política se desacredita porque ha de ser útil al país y a la democracia. De lo contrario se perjudican las tres.

Es elemental que las descalificaciones debían haber cesado el 26 de julio para propiciar un clima de diálogo y entendimiento. Sin embargo, calentar las redes sociales y crispar la vida política, cada día, es tanto como boicotear el diálogo. No podemos actuar como lo hacen las derechas.

Pero ... ¿no nos damos cuenta? ¿En qué estado de credibilidad puede encontrarse la política y los políticos el 10N?

 

Odón Elorza / San Sebastián 7 de septiembre de 2019. 

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Garantías de control para Pablo Iglesias ante la propuesta de un programa común de progreso.

Parece que el gran problema de la desconfianza mutua entre el PSOE y UP, que viene provocando el desencuentro entre las dos fuerzas de la izquierda además de la desilusión y el enfado de buena parte de los progresistas españoles, podría tener una solución. El objetivo es desbloquear un acuerdo político de investidura que permita contar con un gobierno de progreso fuerte y estable. Y para lograrlo hay que dar garantías plenas a Pablo Iglesias.

La fórmula de un sistema de triple garantía que ayer ofreció Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, para el control y seguimiento de la aplicación de un acuerdo en torno a un Programa Común de Progreso, no es nada despreciable. Puede ser una vía innovadora que permita el entendimiento en favor de los intereses generales de España y de la mayoría social.

Repite Podemos que no se fía de que Pedro Sanchez cumpla algunos compromisos de la agenda social, económica o fiscal. Iglesias denuncia que sin ellos como garantes dentro del gobierno, a modo de agentes de tutela y control, se produciría una supuesta desviación del gobierno a posiciones de la derecha.

Por su parte, los socialistas no vemos que ahora ofrezca viabilidad un gobierno de coalición. Porque nacería muy débil y con falta de cohesión. Es cierto el riesgo real de acabar la experiencia de coalición en una cercana crisis de gobierno por culpa de la explosión de alguna de las discrepancias ya apuntadas, lo que resultaría mortal para la credibilidad de las izquierdas. Sería como servir en bandeja la siguiente victoria al Frente Nacional de las tres derechas.

De ahí que considere un gesto responsable por parte de Sánchez la oferta de un riguroso sistema de triple control para el cumplimiento de un acuerdo de gobierno. En concreto: propone crear una Oficina que velaría por el cumplimiento presupuestario y vinculada al Ministerio de Hacienda, dos Comisiones de seguimiento e impulso en Congreso y Senado y un mecanismo de garantía social con participación de organizaciones representativas de la sociedad civil.

El presidente en funciones, en la búsqueda de un acuerdo que respete el orgullo de las bases de Unidas Podemos, les propone acordar los criterios democráticos de cara a la designación de "responsabilidades capitales" en órganos e instituciones del Estado que no estén supeditadas al Consejo de Ministros.

Entiendo que sin dar total satisfacción a Iglesias, enrocado en la posición de participar en una coalición de riesgos, los mecanismos señalados son una respuesta a la legítima aspiración de UP de controlar al gobierno en el cumplimiento de los compromisos que pudieran acordarse. Y hacerlo con más libertad de acción y con capacidad real de influencia.

El PSOE no está pidiendo a nadie un cheque en blanco para que le dejen gobernar; de ahí que la propuesta de programa esté abierta a cambios. La regeneración del sistema democrático exige transparencia, mecanismos efectivos de control al gobierno en la aplicación del programa que se acuerde a disposición del aliado en la gobernanza del país y rendición de cuentas en el Parlamento a la ciudadanía.

Frente a este escenario, una indeseable repetición de elecciones en un tiempo plagado de incertidumbres y desafíos globales, viendo como pasan los meses con un gobierno paralizado, no resulta lo más coherente con la defensa de los valores que representa la democracia.

 

Odón Elorza / Diputado del PSOE y Secretario de Transparencia y Democracia Participativa.

Publicado en La Hora Digital / 4 de septiembre de 2019.

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Diez meses con un gobierno en funciones.

El escenario, si se produce, es una temeridad. España no habría podido afrontar, como mínimo durante diez meses - sí contamos de abril a enero - los problemas acumulados y que son propios de la gestión de un gobierno con todas sus atribuciones.

Esto sucedería en el caso de tener que acudir a unas elecciones anticipadas el 10 de noviembre. Pero ya hemos perdido demasiado tiempo, de manera que todos los partidos tenemos la responsabilidad de evitar que continúe el bloqueo en la formación de un gobierno de progreso según la voluntad reiterada en las urnas.

A los problemas internos pendientes de las pensiones, la necesidad de unos presupuestos sociales, la reforma laboral, la situación imprevisible que provocaría la sentencia sobre el procés, las nuevas políticas fiscales y la financiación de las autonomías, se añaden la incertidumbre económica que provoca la amenaza de la recesión - en parte, por las guerras comerciales -, un Brexit duro y nuestro papel en la UE, las respuestas urgentes a los desafíos globales de la crisis climática y la transición energética, así como la otra crisis que sufre EUROPA por su falta de cohesión ante el fenómeno de las migraciones o ante el crecimiento del populismo antieuropeo.

Este panorama exige de inmediato un gobierno de progreso con Pedro Sánchez a la cabeza. La simple posibilidad de que unas nuevas elecciones no resolvieran las dificultades de la aritmética parlamentaria surgida de las elecciones del 28A, que viene afectando a la obtención de alianzas y acuerdos de investidura, me resulta trágica para los intereses del país y de la ciudadania. Además, provocaría más desafección política de la sociedad, descrédito de políticos y partidos, junto al debilitamiento de la democracia y una mayor desconfianza hacia sus principales instituciones.

El plazo final de la investidura se acorta y la sensación de vértigo y desánimo se acrecienta en la calle. Especialmente entre los sectores que esperaban, con ilusión, un entendimiento entre el PSOE y UP, con una u otra fórmula, para sacar el país adelante y frenar el asalto a La Moncloa del Frente Nacional.

Conociendo la probada irresponsabilidad de las tres derechas y su programa de involución, corresponde a los partidos de izquierda junto a otras fuerzas de progreso afrontar, con generosidad y realismo, el diálogo y la negociación para superar un bloqueo parlamentario que si continúa nos llevaría a una crisis política de consecuencias incalculables.

Nunca fue tan necesario practicar a fondo la cultura de pacto. Sobre todo frente a las incertidumbres que plantean unas elecciones anticipadas al 10N a la hora de hacer posible un Gobierno de progreso, fuerte y estable. Nadie sabe realmente, ni siquiera las encuestas, el panorama político que nos podemos encontrar en enero de cara a una investidura. 

Odón Elorza / Diputado del PSOE por Gipuzkoa

San Sebastián, 31 de agosto de 2019.

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Migraciones : ante una Europa rota y a la deriva.

El último ejemplo de cómo EUROPA ha perdido su alma lo tenemos en la actitud silente de casi todos los Estados ante el drama humanitario que se ha vivido en el Open Arms. Europa está rota y el fascismo aprovecha la oportunidad. Por eso la UE no tiene una política común sobre migración y refugiados.

Quien fuera un modelo en valores y en dotarse de una sociedad del bienestar, ha perdido su plena identidad democrática y la cohesión política que tanto tiempo y esfuerzo costó construir tras las guerras mundiales y en medio del telón de acero. Cuando parece que el mundo se viene abajo, ¿qué nos queda de aquella Europa, más allá de la nostalgia?

El último ejemplo de la desfiguración del rostro europeo lo tenemos en los comportamientos silentes de la gran mayoría de los Estados ante el drama humanitario sucedido en el barco Open Arms, repleto de migrantes y refugiados que podían haber muerto olvidados en la fosa común del Mediterráneo. Es más, su desembarco final en un puerto cercano se produjo por la intervención de un fiscal italiano.

Estamos ante un caso que se volverá a repetir “mañana”. Y seguiremos viendo el descontrol de los acontecimientos hasta que el Consejo Europeo de los Estados y la Comisión Europea - hoy en proceso de recomposición y pendiente de la valiosa incorporación de Borrell -, acuerden una política propia y continuada ante el desafío global de las migraciones y, en particular, ante las demandas de asilo. Mientras, no se entenderían sanciones a las ONG’s.

Algunos grupos políticos han aprovechado la situación para atacar con argumentos contrapuestos las posiciones de Pedro Sánchez a lo largo de estas semanas. Para la pluralidad de la oposición es fácil criticar pasando por alto la crisis europea y la soledad de Pedro Sánchez. Los datos objetivos evidencian que la actitud y las decisiones del Gobierno de España en materia de salvamento marítimo de pateras en el area del mar de Alborán así como en iniciativas políticas para la acogida de migrantes ante los otros Estados en reuniones del Consejo de Europa, van muy por delante de cualquier otro líder.

El problema es que la UE no dispone de una política común sobre la acogida a personas migrantes y la concesión del derecho de asilo. De ahí que los Estados no responden solidariamente; sólo una minoría y sin inmediatez. Una política unitaria de solidaridad y en defensa de los derechos humanos ha de seguir y aplicar la línea de los objetivos señalados en el Acuerdo de Marrakech, promovido por la ONU como un marco de cooperación mundial muy ambicioso. Fue firmado por España y otros 149 Estados pero no por USA e Italia.

La actitud de los Estados y de la propia Comisión Europea de la UE, muestra una vez más que Europa ha perdido su alma solidaria ante el avance del fascismo, con Salvini como uno de sus líderes y a quien no ha importado llevar al Gobierno italiano a la crisis. Lo malo es que tiene discípulos influyentes repartidos por diferentes países; también en España. Pero, además, combatimos a los nacionalismos populistas y nos enfrentamos a los miedos de los Estados y de la opinión pública ante el fenómeno global y complejo de los flujos migratorios, que ha venido para quedarse. Pero que deberemos explicar a la ciudadanía, ordenar, regular y asegurar.

Europa afronta tiempos duros, con una gobernabilidad muy inestable y plagada de incertidumbres. Más aún si se consolidan los riesgos de la recesión que ha asomado en Italia y Alemania -la locomotora europea- y si se cumplen las negras previsiones para el conjunto de la economía europea que ofrece el planteamiento suicida del Brexit, otra expresión de la ruptura europea. Un Brexit que llega ahora desde el nuevo Gobierno británico del populista Boris Johnson.

En ese contexto, nos afectan de modo directo las decisiones de Trump en todos los frentes: comercial, ecológico, político y en el del desarme. Sin olvidar otros factores desestabilizadores y que provocan movimientos migratorios, como los conflictos regionales en distintos países de Africa (incluida Libia, un Estado fallido a quien la UE encomienda una parte de la externalización y “defensa” de la frontera europea), los problemas internos de Irán o Turquía, las convulsiones que provoca el nacionalismo ruso y las acciones del terrorismo yihadista en distintos continentes.

Este puzzle suicida debería llevar a todas las fuerzas de progreso a una convergencia de acción política ante la necesidad de recuperar las señas de identidad de la Unión Europea y tratar de revitalizar su papel, aportando estabilidad a sus instituciones y activando su economía. Por tantas razones, resulta imprescindible la formación inmediata de un gobierno de progreso en España que sea un referente en los foros internacionales a la hora de formular respuestas y defender soluciones a los retos indicados.

Odón Elorza / Diputado Socialista por Gipuzkoa

Oporto, 23 de agosto de 2019 / Publicado en eldiario.es 

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